Back door man

Deja de decirme esa mierda de que me consideras tu amigo. No quiero tener amigos. La amistad es como la puerta de atrás de una casa. Todas las casas tienen dos puertas: esta la puerta principal, la que puede ver todo el mundo. Esa puerta es por donde entra el cartero o los primos de tu mujer, esa clase de gente que aguantas con una sonrisa en la cara como el puto Krusty o sencillamente no quieres ver y ni te molestas en abrir la puerta. Yo, en mis relaciones personales, solo utilizó esa puerta. Porque por la puerta de atrás de todas las casas se cuelan toda esa gente que se cree tan jodidamente especial para tí que no necesita de tu invitación ni de tu confianza para merodear por la cocina donde preparas tu jodido desayuno, por el salón donde ves tus películas con una buena cerveza o por el dormitorio donde de cuando en cuando consigues revolver las sábanas con alguna zorrita incauta. Eso es la amistad. Tu me dirás que eso no esta tan mal, que es hasta agradable encontrarte con algún colega con el que fumarte un porro o hablar sobre fútbol o tetas entrando por la cocina o la sala de estar, pero yo te pregunto: ¿Has oído de alguien a quien le haya disparado el puto cartero o el vecino de al lado después de haberle abierto la puerta principal? No, ¿verdad? Te diré porque: Porque todos los hijos de puta que quieran robarte, acostarse con tu mujer o pegarte un tiro por la espalda, siempre, siempre entraran por la jodida puerta de atrás, por la puerta que nunca vigilas porque supones que todo el que entrá por ahí es un buen tipo, es un tipo en el que se puede confiar. Así que no quiero volverte a ver merodeando por mi puerta de atrás, ¿de acuerdo?