martes, 21 de abril de 2009

Susie Q

Yo viajaba con ella de ciudad en ciudad, mostrándola de feria en feria. ¡Vean a la hermosa Susie Q¡ ¡La última mujer, la última tentación sobre la Tierra! ¡Solo les costara una moneda, una misera moneda para contemplar la razón por la que los hombres saquearon Troya y construyeron el Taj Mahal! gritaba yo. Y no mentía, era jodidamente cierto. Aquel maldito virus había acabado con todas las mujeres, aquel era un mundo de pollas sin ningún coño que alimentar. Solo quedaba la hermosa Susie Q. La encontré en una reserva india en el altiplano y la compré por todo el dinero que tenía. ¿Te lo puedes imaginar un mundo sin mujeres? Fueron los años “secos” anteriores a la invención de la vacuna, por supuesto tu no habías nacido, ni tu padre. Todas las niñas que nacían morían a los pocos días de nacer. En un mundo sin aire puro que respirar, donde solo había océanos sin peces y desiertos de asfalto, y donde en los pocos sitios donde aún se podía conseguir un vaso de whiskey o algo de maría estaban infestados de negros, ya ni siquiera había mujeres. La exhibía en un acuario de cristal que antes contenía un pulpo del Pacífico, hasta que el muy hijo de puta me arranco el brazo, ¿te lo puedes creer? Aquel maldito bastardo tenía ocho jodidos tentáculos, pero no debía parecerles suficientes, así que también se quiso hacer con mi brazo derecho. La mantenía ahí para que no se infectara con nuestro aire, hasta que unos jodidos paletos no aguantaron más y lo destrozaron todo. Aquellos pobres desgraciados estaban hartos de jugar a los médicos con sus cabras y decidieron saciarse con la pobre Susie Q... aunque ese no era su autentico nombre.
- ¿Cual era su autentico nombre?
- Ya sabes, Dios tiene un perverso sentido del humor ¿como si no pudo permitir que se hiciera la tercera parte del Padrino? En realidad se llamaba como la primera mujer del mundo... se llamaba Eva.

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